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  • Foto del escritorIEP. SANTA MARÍA EUFRASIA

Misión en Coracora

Las experiencias no son importantes por el tiempo que dura, sino por el impacto que produce en nuestra forma de ver y sentir, hasta llevarnos a repensar nuestra forma de vivir.”




La misión en Coracora duró una semana; sin embargo la preparación, el entusiasmo, la solidaridad y el compromiso se aunaron con mucha anticipación. Gracias a Dios conformamos un grupo de 5 personas bastante interesante, entre ellas una joven egresada del hogar Reina de la paz, una joven universitaria, dos hermanos nacidos en Coracora actualmente trabajadores del colegio Santa María Eufrasia y una hermana apostólica. Nos equipamos de regalos que generosamente prepararon las exalumnas del colegio SME, algunas donaciones en ropa, medicamentos, juguetes y sobre todo de amor y disponibilidad para anunciar la buena noticia de la beatificación de una hija nacida en el seno de esta tierra que íbamos a visitar.


Siempre es importante volver al punto de partida. Así fue que partimos el día 14 de diciembre en la empresa Sanchez llegando a las 8:00 am del día siguiente a Coracora. Cuanta alegría al pisar esas calles y ser acogidas por los padres redentoristas que generosamente nos acogieron en su comunidad. Comenzamos con una oración llena de fe y disponibilidad; luego esa misma mañana tuvimos el encuentro con los adultos mayores del pueblo y aledaños que venían a la parroquia para recibir alimentos; cuánta emoción el poder intercambiar algunas palabras en quechua y escuchar sus preocupaciones.


Nuestros días estuvieron llenos de encuentros, encuentros con la cultura de esta tierra que acunó a una hermana tan querida por su sensibilidad por Dios y la vida, con la fe un pueblo que a pesar de las vicisitudes de la vida nunca dejó de creer, encuentros con los pequeños llenos de energía y sonrisa desbordante, con adolescentes aplicados para el futuro, con mujeres trabajadoras y ancianos llenos de historias por contar. El grupo misionero se dividía los lugares a visitar aunque algunas veces estuvimos juntos .En todos los encuentros nuestra palabra era de anunciarles que una paisana suya iba a ser beatificada, elevada a los altares por su bondad y testimoniar a un Dios cercano y misericordioso con los y las pobres de este mundo; a esto, la gran mayoría de personas respondía con una sonrisa, se sorprendía de que una de su pueblo tendría ese honor y se sentían felices por ello, algunos deseaban que ojala se hiciera esa celebración en su pueblo.

Entre estas actividades de visitas se les hizo presente los regalos a los niños y niñas al igual que la ropa para todos los presentes, las medicamentos fueron entregados a la parroquia para su distribución en los sectores que más necesitan, se visitó colegios compartiendo la buena noticia de Aguchita y desafiando a pensar en una vida entregada al servicio de los demás, lo cual no es indiferente a los y las jóvenes; por ello surge un llamado hacia nosotras ¿qué más podemos ofrecer a la juventud para aportar a su formación?.


También nos hemos encontrado con realidades muy desafiantes como: el alcoholismo, la alta tasa de separación de parejas, infidelidad, abandono de adultos mayores; una brecha muy grande entre los ancianos y los jóvenes por la diferencia tecnológica y cultura actual, incluso de idioma, los niños y adolescentes en su mayoría no hablan quechua, los abuelos no se comunican en castellano. El grupo misionero se dejó interpelar por las realidades de pobreza, analfabetismo en los poblados aledaños a Coracora, el abandono de las autoridades por los sectores más vulnerables y los riesgos que podrían afectar a la población joven que lucha entre el pasado y el futuro, así como también se dejó desafiar por la gran fe de este pueblo.


Decíamos al final de nuestras jornadas: ¿qué querrá mostrarnos Aguchita? A qué nos estará llamando Dios ahora?

Así llegó el día de volver cargado de experiencias, rostros, voces y esperanzas. El grupo misionero se sintió muy cohesionado, fortalecido, interpelado e ilusionado por volver a estas tierras.

Coracora seguirá esperando más corazones generosos a dar una mano al ejemplo de Aguchita.


Agradecemos a Dios por esta experiencia, a los padres redentoristas en Coracora, a la “comisión Aguchita” por su apoyo constante,a las exalumnas del colegio SME por su generosidad y a las comunidades que apoyaron con lo necesario para que se haga realidad una experiencia inolvidable.

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